No hay día que no escuche o lea un –ría en cualquiera de sus versiones: debería, podría, tendría, haría, encantaría, lograría, satisfaría,
molaría, gustaría, bla bla bla… y así hasta aburrir.
¿Y por qué (me) aburre? Por su significado, su connotación,
su capacidad de desmoronar el presente (o el pasado, que también es tuyo), su
impacto en la acción que te dispones a realizar, pero, sobre todo, porque al añadir
el temido –ría a cualquier de los
verbos modales, te estás maltratando y acortando tus alas. Entiéndase alas como
presente, futuro, camino a seguir, metas, proyectos o planes.
Las condiciones, o más bien los condicionales, dejan espacio a nuestra imaginación, nos dejan
jugar a soñar que algún día conseguiremos aquello que ansiamos, nos susurran que
con solo cerrar los ojos ya podrás tener el mejor trabajo del mundo, la pareja más
guapa del mundo, una familia de vicio, tus cuatro paredes, tu maravilloso tiempo
libre para gastar en tus hobbies y aficiones y tus milcuatroscincuetamillones de libras esterlinas convertidas a euros
en el mercado de divisas interbancario.
Pero lo que los muy zánganos no te dicen, es aquello tan
temido de “nada llega sin que tú hagas algo por ello”, “o lo haces tú, o nadie
jamás lo hará por ti”, “si lo puedes soñar, lo puedes hacer”, “todo parece
imposible hasta que se hace”, “objetivo y acción”, “todo depende de ti” o “mueve
tu culo”.
Y es ahí donde quiero llegar. El mueve tu culo, lamentablemente, no viene incrustado cual microchip al
nacer: lo adquieres, lo descubres o mueres sin él. Y en sustitución de esas
ganas de ser valiente, liarte la manta la cabeza y actuar del “mueve tu culo”,
surgen los condicionales. Que son solo pequeños hijosdeputa que, tranquilamente, se van acomodando entre tus sueños
y tus ganas de Gin-tonics, para aliviarte el dolor mental del “no estoy haciendo
lo que quiero, pero sí lo que quieren los demás”, “hago lo correcto y adecuado
a mi edad, lo que me han enseñado y lo que, en un futuro (o dos), me traerá a
la puerta de casa esos preciosos sueños sin cimientos y consistencia”, o
sencillamente el “hago esto porque no puedo hacer otra cosa”.
Así que, a todos esos malditos condicionales y similares, desde aquí solo os puedo decir: “la vida es de los valientes”, de las Coco
Chanel, los Nelson Mandela, los Roland Garros, los Walt Disney, los Cristóbal
Colón, los Billy Durant, las Ana Frank y de todos cuantos dan la vuelta al
subjuntivo para convertirlo en realidad.
¿Tú también te condicionas?